La vida cambiante

 Mi vida en la ciudad no era como esperaba. Todo se volvió ocupado y estresante. Me fui con un hueso roto y un dolor de cabeza. Así que necesitaba encontrar otro camino a la ciudad, donde mi familia y amigos supieran que podía tener la vida en la que creían. Estaba decidido a hacer precisamente eso. Me fui a quedarme un año, haciendo cosas en las que siempre estaba pensando porque todo era tan abrumador: ir a reuniones para hacer amigos, ir a trabajar para ganar dinero, ir al gimnasio para ganar dinero, ir a la playa a surfear. No tenía mucha gente con la que hablar. Pero llamé a mis amigos. Uno de ellos era un amigo mío llamado la chica de Nuevo México que me había traído en su viaje. Era una mujer hermosa y mi nueva mejor amiga, mi esposa y yo hemos estado hablando el uno del otro toda la semana. Me dijo que le encantaba hablar con la gente. Después de una entrevista me dijo que estaba teniendo un aborto espontáneo. Tuvimos un bebé. Dijo que quería saber cómo me sentía acerca de todo el evento. Dijo que sabía lo que hice para mantener a mi familia, a pesar de que era algo horrible que no debería haber tenido que hacer. La experiencia la llenó de dolor y miedo que incluso pudo haber traído lágrimas a sus ojos. Así es como supo decirle a la gente que yo no podía cambiar su comportamiento, aunque para su horror, yo pudiera. Me ha pedido que me ponga en contacto con él una vez con la esperanza de que pueda encontrar algunas palabras de ella que puedan ayudar a esta familia a sentirse mejor. Mi primera cita llegó en julio. Mientras estábamos tratando de prepararnos para este viaje, tuvimos que reunirnos en todo momento porque nuestras vidas cambiaron, incluida la mía. Antes, cuando no tenías forma de saberlo, veías a la misma persona el día que se conocieron, pero ahora te miraba con ojos fríos y despreocupados. En cierto modo, era normal. Empezaba a sentirme peor, pero todavía no estaba aceptando completamente lo que estábamos haciendo. Antes, si supieras algo, pensarías que se trata de ti o de alguien a quien amas, no de nosotros. Pero no esta vez. Una semana después, una mujer llamó a su padre. Y ella preguntó dónde se puso tan mal. Ella dijo que le habían diagnosticado cáncer de mama, y él estaba siendo retenido de recibir su mamografía debido a todo el trabajo que ella había hecho. No hay duda de que si alguna vez empezó a mirarse en el espejo, lo pensaría y le diría lo solo que estaba. Pero esa mujer sabía que había echado de menos a su médico. Lo dejó para ir al hospital en vez de a mí. La vida de mi padre había sido puesta patas arriba. Toda mi vida - toda mi vida - había sido cambiado. No es casualidad que mi familia y amigos de todo el mundo estén en el mismo estado.